Estas navidades los reyes han estado muy generosos conmigo. Y es que me he portado muy bien a lo largo de todo el año, por lo que el día 6 me encontré una pequeña caja que contenía nada más y nada menos que una Raspberry Pi. No se me ocurre mejor forma de empezar el año, sobretodo después de todos esos buenos propósitos de los que hablaba en mi post anterior.
Llevaba un tiempo siguiendo la trayectoria de esta pequeña placa, pero lo que veía no acababa de convencerme. Tenía claro que la Raspberry sería muy útil, pero me faltaba ese puntito que me animara a comprarla. Hasta que pensé que, realmente, si quería que me convenciera de verdad, lo mejor sería tenerla físicamente en mis manos. Por eso, lo incluí en mi carta a los reyes y a esperar si caía algo.
Y, una vez en mis manos, puedo decir que sí. Incluso diría que no debería haber esperado tanto. He estado poniéndola en marcha, configurando alguna cosilla y jugando con algunas de sus funcionalidades. Ahora si que veo claramente su utilidad.
Aunque también he tenido algún contratiempo. Al conectar las Raspberry a la televisión a través del puerto HDMI, la calidad de imagen no es la mejor que pudiera esperar. Tiene que ver con la resolución. El caso es que me costaba ver las letras del escritorio. Decidí conectarlo a una pantalla de sobremesa pero el problema ha sido que lo único que tengo por aquí son pantallas con conexión VGA. Y como no he encontrado adaptadores he dado con la solución de acceder a ella a través del escritorio remoto de Windows. Lo cual ha dado lugar a otro contratiempo: Por alguna razón, a pesar de tener configurado todo en castellano, el teclado me aparece con configuración en inglés. Como no he dado con una solución, me he impreso una plantilla de un teclado para tenerlo de referencia a la hora de escribir. No es una solución pero por ahora me sirve.
Aunque también he tenido algún contratiempo. Al conectar las Raspberry a la televisión a través del puerto HDMI, la calidad de imagen no es la mejor que pudiera esperar. Tiene que ver con la resolución. El caso es que me costaba ver las letras del escritorio. Decidí conectarlo a una pantalla de sobremesa pero el problema ha sido que lo único que tengo por aquí son pantallas con conexión VGA. Y como no he encontrado adaptadores he dado con la solución de acceder a ella a través del escritorio remoto de Windows. Lo cual ha dado lugar a otro contratiempo: Por alguna razón, a pesar de tener configurado todo en castellano, el teclado me aparece con configuración en inglés. Como no he dado con una solución, me he impreso una plantilla de un teclado para tenerlo de referencia a la hora de escribir. No es una solución pero por ahora me sirve.
Lo que más me gusta es el hecho de que, aunque no deja de ser un ordenador, los pines GPIO abren un abanico de posibilidades tan amplio que casi asusta. Quizá parezca una burrada. Pero, yo lo veo como un Arduino conectado permanentemente a mi portátil. Y no me suena del todo mal que esta funcionalidad viniera de serie con portátiles y ordenadores de sobremesa. Pero eso ya es otra historia.
Ya tengo en mente varios proyectos. Estoy deseando ponerme manos a la obra, no solo con las Raspberry sino también con otros proyectos que he estado retrasando y ya va siendo la hora de que vean la luz.
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